Cuesta creer que Rigoletto se deje vendar y que esa venda le lo suficientemente sordo para no sentir los gritos desgarradores de socorro de su hija que estaba bajando por la escalera que él mismo estaba sujetando, pero bueno, es lo bello de la fantasía, que te la tienes que creer. Veremos que en Il Trovatore se requiere aún mayor fe.
Como es una operación nocturna y silenciosa, el coro canta suave, ágilmente y de una vez. Cuando la gestión está terminada y Rigoletto espera impaciente, se quita la venda y le entra la histeria. Ahí la orquesta se pone de parte de Rigoletto, para terminar con la maledizione, en la que Muti toca disminuyendo y haciendo crecer el sonido de una manera única, en 56.40.
Escuchar de 51.50 a 57