miércoles, 4 de septiembre de 2013

Simon Boccanegra (X). Simón consigue que Paolo se maldiga a sí mismo.



Ante el conflicto en el palacio Amelia interviene, exculpando del rapto al Dux y pidiendo que se perdone a Gabriele por tan grave acusación contra Simón, que trata de poner paz también en el asunto. Intuyendo que el verdadero organizador de la trama es Paolo, lo fuerza a maldecir públicamente al culpable, algo que al supersticioso Paolo le resulta casi imposible. Cede al fin para evitar la presión, aunque no sabe que las maldiciones verdianas son duras de pelar.

Momento estelar es este final de Acto I, donde Simón demuestra su enorme autoridad y que es implacable contra sus enemigos. Me parece uno de los fragmentos más redondos e impactantes de esta obra maestra verdiana.
De 1.14.10 a 1.24.15