jueves, 28 de noviembre de 2013

Otello (II). Tempestad y victoria.

Sin preludio, Verdi empieza de lleno con una tempestad marina cerca de Chipre. Otello y su tropa regresan a casa tras vencer a los turcos, pero el barco zozobra peligrosamente poco antes de llegar. Finalmente, atracan en el puerto sanos y salvos, y celebran el triunfo en la batalla.

Qué gama de sonidos, colores, texturas nos muestra Verdi, quien nos introduce de lleno en la tormenta misma. El viento, la marea, la calma y el chispear del fuego nos fácilmente identificables en esta primera escena. ¿Verdad que apetece seguir?

Hasta 11.45. Plácido como Otello, dirigido por Carlos Kleiber (1976).

25ª: Otello. La modernidad, la apoteosis.

Otello es un "Dramma lirico" en cuatro actos, con libretto de Arrigo Boito, basado en "Othello" de William Shakespeare, estrenada en 1604.

La ópera se representó por vez primera en La Scala, el 5 de febrero de 1887, con dirección de Franco Faccio.

Desdeel estreno de Aida (1871) hasta el de Otello (1887) han pasado casi 16 años, pero no nos engañemos, Verdi no estaba de brazos cruzados: había reformado su Don Carlo y su Simon Boccanegra, componiendo además la Messa da Requiem (1874). Y fuera del ámbito musical, el Maestro estaba interesado en la administración de sus fincas, fue designado senador real, viajaba constantemente observando las reacciones del público en los distintos teatros cuando se representaban sus óperas, construyó la Casa de Reposo para músicos...
Muchos pensaban que Aida era el final de su carrera, una genial ópera en la cima de su madurez, pero diversos hechos animaron a Verdi a componer ya en la setentena.

- Las trampas de Ricordi (su editor), Franco Faccio (director) y Arrigo Boito (joven compositor, al inicio odiaba a Verdi para después pasar a ser su mejor colaborador). Tentaron de una manera compleja de explicar (en el blog que cito aparece) a Verdi a completar un libretto sobre Otello y luego componer la música.

- La muerte de Wagner en 1883 significó por un lado tristeza, por perder a un músico de su categoría y de su misma edad, aunque no escondía Verdi su poca simpatía por la producción wagneriana ("su música es bella pero pesada y aburrida"). Al mismo tiempo, vio la oportunidad ideal de demostrar, con el camino despejado, que él se encontraba al mismo nivel, y que si Wagner era la cumbre de la ópera alemana, Verdi representaba como nadie el estilo italiano.

La gestación de Otello fue más larga que un día sin queso. Verdi se desanimaba por momentos no sólo por su avanzada edad sino también por el riesgo que corría al ofrecer la que probablemente (no fue así) sería su última ópera, y tendría que ser mejor que ninguna, debía superarse a sí mismo: necesariamente tenía que componer la ópera perfecta.

Verdi se ocupó de todos los detalles, no sólo de la partitura y el libretto, obviamente, sino de la producción, de los cantantes, de los ensayos, con una serie de condiciones acordadas con el editor Ricordi:
- Podía hacer todos los ensayos que deseara, a puerta cerrada, y que podía suspenderlos en cualquier momento.
- Que estaba prohibido estrenar Otello si Verdi no estaba satisfecho con los resultados de los ensayos
- Que la orquesta, el director y todo el personal al servicio de la ópera dependían de Verdi.
- Que si se estrenaba sin su autorización podía exigir 100.000 liras a cargo del editor si el teatro no le indemnizaba.

Debido al duro proceso de ensayos, en los que Verdi mostró su carácter más arisco, severo y exigente, se logró una representación apoteósica.

Las entradas se acabaron nada más salir a la venta para todos los días, y no había oferta de butacas para suficiente demanda, por lo que intervino el mercado negro, y se trató de poner sillas en cualquier lugar para cubrir la demanda de decenas de autoridades que no habían conseguido entrada a tiempo.

Toda Europa estaba expectante ante el Otello verdiano, y puede decirse que, por unanimidad, fue el éxito de Verdi por excelencia. Al final de cada acto Verdi no tenía más remedio que salir a escena a saludar por el sinfín de bravos y aplausos. La gente se desgañitaba. Por si fuera poco, a la salida trataron de cogerlo en volandas pero no se dejó, y el viejo maestro era ídolo de masas, como años atrás, más si cabe incluso. El público estaba sumido en un éxtasis único, todos querían tocarle, hablar con él, felicitarle. Y Verdi, que estaba cansado, se metió en su cama, mientras bajo el balcón tocaban música hasta las 5 de la mañana. ¿Hay éxitos así hoy?

Aida (XX). Discografía recomendada.

Numerosas grabaciones, como todos intuiríais, existen de Aida, aunque como siempre resaltaré las que considero mejores.

1. Aida: Montserrat Caballé
    Radamés: Plácido Domingo
    Amneris: Fiorenza Cossotto
    Amonasro: Piero Cappuccilli
Dirige Riccardo Muti (1974). Sonido excelente. Estudio.
Esta versión, con casi 40 años de edad, cuenta con pleno vigor y no ha sido desbancada a mi entender por las subsiguientes. Orquesta y cantantes alcanzan un equilibrio de excelencia, con una compenetración plena especialmente entre la pareja protagonista y Muti. Los pianissimi de la Caballé, no me canso de repetirlo, son de otra galaxia. Plácido no brilla en el agudo tanto como otros compañeros suyos, pero esa es quizá su única pega a una interpretación entregada y plena de matices. Verdi es el compositor de Muti, y Muti es el director de Verdi.

2. A: Renata Tebaldi
    R: Carlo Bergonzi
    Am: Giulietta Simionato
    Amo: Corneil MacNeil.
 Dirige Karajan (1958). Buen sonido. Estudio.
No se queda muy atrás esta otra, con una Tebaldi elegíaca y señorial y un Bergonzi al que no hay quien le sople en la técnica y estilo verdianos. Karajan no siente a Verdi tan idóneamente como Muti, aunque al ser el reparto el principal atractivo uno no atiende tanto a la orquesta.

3. A: Leontyne Price
    R: Jon Vickers
    Am: Rita Gorr
    Amo: Robert Merrill.
Dirige Thomas Schippers (1962). Muy buen sonido. Estudio.
La Price es Aida por el color de su timbre, por su personalidad y su arrojo. Lleva el personaje en sus venas. Vickers no tiene una bella voz, pero canta y comunica bastante bien. Solti, siempre nervioso, brillante, majestuoso.

4. A: Zinka Milanov
    R: Jussi Bjorling
    Am: Fedora Barbieri
    Amo: Leonard Warren.
Dirige Jonel Perlea (1955). Sonido correcto. Estudio.
Aunque suena a antiguo y la batuta no alcanza ni de lejos a las tres figuras anteriores, este cuarteto es único se mire por donde se mire.