lunes, 9 de septiembre de 2013

22ª: Un Ballo in Maschera (1859). Tradición y modernidad, drama y comedia, estructura y buen gusto. ¿Qué más?

Ballo es un melodrama en tres actos, con libretto de Antonio Somma, a partir de otro de Scribe basado en hechos reales, realizado para Auber para su ópera Gustave III ou le bal masqué (1833).

Fue estrenada en el Teatro Apollo di Roma el 17 de febrero de 1859 con un enorme éxito de crítica y público (Verdi salió a saludar 20 veces).

La censura trató de acabar con Ballo, consiguiéndolo en Nápoles pero no en Roma. Verdi se esmeró considerablemente en buscar un argumento para su nueva ópera, ya que no cuajó el Rey Lehar que al final no compuso. El Maestro se muestra cada vez más exigente y huye de las obras tradicionales y previsibles. 

La censura napolitana borbónica, decía, contaba con fuerte poder y arraigo, y provocó un proceso judicial entre el Teatro San Carlo y Verdi, lo que mantuvo a nuestro compositor casi un año en Nápoles hasta la resolución del caso, ya que le retiraron la documentación y le impidieron salir de la ciudad. Finalmente fue indemnizado y ya en Nápoles negociaba con un empresario romano para intentar estrenar Ballo en la ciudad pontificia. La censura vaticana modificó algunos versos, algo menor porque consiguieron llegar a un acuerdo, sustituyendo al rey Gustavo por un conde, y que la acción se situara no en Europa sino en algún lugar del Nuevo Mundo.

Le tengo especial cariño a Ballo, pues adquirí la maravillosa guía discográfica de Fernando Fraga, quien hacía una descripción de Ballo que me llamó poderosamente la atención, así que busqué en una tienda especializada que lamentablemente ya no existe la grabación de Leisendorf (con Bergonzi y Price), con tal suerte que la tenían, ¡y fuera de catálogo! Una auténtica gozada, que requiere, como suele suceder en Verdi, unos cantantes de primerísima categoría, y representa el equilibrio como ninguna: no sólo hay momentos llenos de dramatismo, sino que resulta original porque Verdi introduce brillantemente un toque de comedia muy especial; el estilo italiano tradicional convive a la perfección con el refinamiento francés, y la estructura combina números cerrados pero ligados con una coherencia pasmosa. Una orquesta inspirada puede sobresalir uniendo elegancia y tensión dramática. Empezad la escucha conmigo los que no la conozcáis, y repasadla los que sí, porque no os vais a arrepentir.


Preludio breve y sustancioso, que anuncia algunas melodías: la primera aria de Riccardo, la música de los conspiradores...
Abbado mostró gran afinidad con esta partitura, así como todo director verdiano que se precie.


Lo mismo sucede con James Levine



Más información en http://jbgprada.blogspot.com.es/ (mucha de la que he escrito procede de aquí)

Simon Boccanegra (XV). Cierre. Discografía recomendada


De 2.10.30 al final. La música, la imagen y los subtítulos lo explican todo. Los acordes finales avanzan al Otello que se estrenaría 6 años después. ¿No es emocionante la muerte de Simón?


Y Plácido muriéndose al final.


Como he venido anunciando sin descanso, si hay una lista reducida de grabaciones verdianas redondas, siempre estará presente el Simon Boccanegra de Abbado, de 1977:
Simon: Piero Cappuccilli
Amelia: Mirella Freni
Fiesco: Nicolai Ghiaurov
Gabriele Adorno: Josep Carreras.

También ocupa una posición destacada, aunque no comparable, el dirigido por Gabriele Santini (1957)
S: Titto Gobbi
A: De los Ángeles
F: Christoff
G: Campora
Gobbi canta mal, es desagradable en sus agudos e inseguro, pero nos brinda una interpretación entregada como pocas. El brillo es de Victoria, delicada, elegante, femenina, aunque los agudos tampoco sean lo suyo. Buena dirección de Santini.