Montse, antes de ser mundialmente famosa.
Renée Fleming
La Fleming en el Ave Maria.
Renata Scotto
EMILIA
Era più calmo?
DESDEMONA
Mi parea. M'ingiunse
di coricarmi e d'attenderlo. Emilia,
te ne prego, distendi sul mio letto
la mia candida veste nuziale.
(Emilia eseguisce)
Senti.
(con passione)
Se pria di te morir dovessi
mi seppellisci con un di quei veli.
EMILIA
Scacciate queste idee.
DESDEMONA
Son mesta, tanto, tanto.
(sedendo macchinalmente
davanti allo specchio)
Mia madre aveva una povera ancella,
innamorata e bella.
Era il suo nome "Barbara."
Amava un uom che
poi l'abbandonò; cantava
un canzone:
"la canzon del Salice."
(A Emilia)
Mi disciogli le chiome...
Io questa sera ho la memoria piena
di quella cantilena...
|
|
"Piangea cantando
nell'erma landa,
piangea la mesta...
(come una voce lontana)
O Salce! Salce! Salce!
Sedea chinando
sul sen la testa!
Salce! Salce! Salce!
Cantiamo! Cantiamo!
il Salce funebre
sarà la mia ghirlanda."
(ad Emilia, parlante)
Affrettati; fra poco giunge Otello.
(Riprendendo la canzone)
"Scorreano i rivi fra le zolle in fior,
gemea quel core affranto,
e dalle ciglia le sgorgava il cor
l'amara onda del pianto.
Salce! Salce!
(come un'eco)
Salce!
Cantiamo! Cantiamo!
Il Salce funebre
sarà la mia ghirlanda.
Scendean 'augelli a vol dai rami cupi
verso quel dolce canto.
(con espressione.)
E gli occhi suoi piangean tanto, tanto,
da impietosir le rupi."
(a Emilia, levandosi
un anello dal dito)
Riponi quest'anello.
(alzandosi)
Povera Barbara! Solea la storia
con questo semplice suono finir:
"Egli era nato per la sua gloria,
io per amar..."
(ad Emilia, parlante)
Ascolta. Odo un lamento.
(Emilia fa qualche passo)
Taci. Chi batte a quella porta?
EMILIA
E il vento.
DESDEMONA
(dolce)
"Io per amarlo e per morir...
(dolcissimo)
Cantiamo! Cantiamo!
(come una voce lontana)
Salce! Salce! Salce! "
Emilia, addio.
Come m'ardon le ciglia!
È presagio di pianto. Buona notte.
(Emilia si volge per partire. Con passione)
Ah! Emilia, Emilia,
(Emilia ritorna e Desdemona l'abbraccia)
addio, Emilia, addio!
(Emilia esce.
All'inginocchiatoio)
Ave Maria, piena di grazia, eletta
fra le spose e le vergini sei tu,
sia benedetto il frutto, o benedetta,
di tue materne viscere, Gesù.
Prega per chi adorando a te si prostra,
prega nel peccator, per l'innocente,
e pel debole oppresso e pel possente,
misero anch'esso, tua pietà dimostra.
Prega per chi sotto l'oltraggio piega
la fronte e sotto la malvagia sorte;
per noi, per noi tu prega, prega
sempre e nell'ora della morte nostra,
prega per noi, prega per noi, prega.
(Resta ancora inginocchiata e appoggiando
la fronte sull'inginocchiato io ripete
mentalmente l'orazione di cui non s'odono
che le prime e le ultime parole)
Ave Maria...
nell'ora della morte.
Ave!... Amen!
EMILIA
¿Estaba más tranquilo?
DESDÉMONA
Así me pareció. Me pidió
que me fuera a dormir y le esperara.
Emilia, te ruego que extiendas
sobre mi lecho mi traje de novia.
(Emilia lo hace)
Escucha.
(Con pasión)
Si muero antes que tú, quiero que me
entierres con uno de estos velos.
EMILIA
¡Desechad tales ideas!
DESDÉMONA
¡Estoy tan triste. tanto, tanto!
(sentándose maquinalmente
delante del espejo)
Mi madre tenía una pobre doncella,
era muy bonita y estaba enamorada;
se llamaba "Bárbara".
El hombre a quien amaba
después la abandonó.
Solía cantar una canción:
"la canción del sauce."
(a Emilia)
Destrenza mi pelo...
esta noche no hago más que pensar
en esa canción...
"Lloraba, cantando
en el desolado yermo,
la pobre desgraciada lloraba:
(Con voz lejana)
¡Oh, sauce, sauce, sauce!
Estaba sentada con la cabeza
reclinada sobre el pecho.
¡Oh, sauce, sauce, sauce!
¡Cantemos, cantemos!
El fúnebre sauce
será mi corona."
(hablando a Emilia)
Apresúrate. Otelo no tardará.
(reanudando la canción)
"El agua corría entre orillas floridas;
la pobre desgraciada
murmuraba tristemente
y brotaban las lágrimas de sus ojos.
¡Oh, sauce, sauce,
(Como un eco)
¡Sauce!
¡Cantemos, cantemos!
El fúnebre sauce
será mi corona.
Los pájaros descendían
de las sombrías ramas la dulce canción.
(Con rapidez)
Y ella lloraba con tal desconsuelo
que a las piedras compadecía."
(quitándose un anillo
del dedo, a Emilia)
Guarda este anillo.
(Levantándose)
¡Pobre Bárbara!
Solía acabar así su historia
"El nació para su gloria
y yo para amar..."
(A Emilia, hablando)
Escucha... oigo un lamento.
(Emilia da algunos pasos)
Calla. ¿Quién llama a la puerta?
EMILIA
Es el viento.
DESDÉMONA
(con dulzura)
"Y yo para amarle y morir
(Con mucha dulzura)
¡Cantemos, cantemos.!
(Con voz lejana)
¡Oh sauce, sauce, sauce!"
¡Adiós, Emilia!
Cómo me queman los párpados.
Presagian el llanto. Buenas noches.
(Emilia se dispone a retirarse)
¡Ah, Emilia, Emilia!
(Emilia vuelve y se abrazan)
¡Adiós, Emilia, adiós!
(Emilia se retira. Desdémona se acerca
al reclinatorio y se arrodilla.)
Dios te salve María, llena de gracia,
bendita tú entre todas las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Ruega por todos los que se arrodillan,
ruega por el pecador y el inocente,
por el oprimido, el débil y el fuerte,
que también es desgraciado.
Ruega por cuantos inclinan su cabeza
a la infamia y al ultraje.
Ruega por nosotros siempre
y en la hora de nuestra muerte,
ruega por nosotros,
ruega por nosotros, ruega.
(Permanece arrodillada en el
reclinatorio, repitiendo la plegaria,
de la que sólo se oyen las primeras
y las últimas palabras.)
¡Dios te salve María!...
En la hora de nuestra muerte,
¡Dios te salve!... Amén.
|
Dio! mi potevi scagliar tutti i mali
della miseria, della vergogna,
far de' miei baldi trofei trionfali
una maceria, una menzogna...
E avrei portato la croce crudel
d'angoscie e d'onte con calma fronte
e rassegnato al volere del ciel.
Ma, o pianto, o duol!
m'han rapito il miraggio
dov'io, giulivo, l'anima acqueto.
Spento è quel sol, quel sorriso, quel raggio
che mi fa vivo, che mi fa lieto!
Tu alfin, Clemenza, pio genio immortal
dal roseo riso,
copri il tuo viso
santo coll'orrida larva infernal!
Ah! Dannazione! Pria confessi il delitto e poscia muoia! Confession! Confession! La prova!
¡Dios! Pudiste haberme dado todas las penas de la pobreza y del oprobio, haber hecho de mis victoriosos trofeos un montón de ruinas y una mentira... y yo habría sufrido la cruel cruz del sufrimiento y la vergüenza resignándome a la voluntad del cielo... Pero, ¡oh llanto, oh angustia! Se me ha despojado del espejismo en que se consolaba mi alma. ¡Se ha puesto el sol, la sonrisa, el resplandor que me daba vida, llenándome de alegría! ¡Finalmente tú, sagrado geniecillo de la fresca risa, cubres tu divino rostro con la máscara del infierno!
Oh, condenación!
¡Que confiese primero el pecado
y luego muera!
¡Confesión! ¡La prueba!