lunes, 24 de junio de 2013

Rigoletto (XVI). La donna è mobile

Acto III

Rigoletto se ha puesto ya a hacer gestiones, encargando a Sparafucile (el asesino a sueldo que salió en el primero acto) que mate al Duque, pero para ello tiene que convencer a su hija de que aquél a quien ama es un mujeriego y un promiscuo. Van hacia la casa de Sparafucile, donde en ese momento se aloja el duque porque Maddalena, hermana de Sparafucille, lo ha seducido. El bufón pretende que Gilda se dé cuenta que ha sido seducido por otra mujer, y es por ello por lo que se encuentra en esa casa. A pesar de todo, Gilda es muy cabezona y lo sigue amando.

Y aquí el aria más famosa para tenor del mundo, rivalizando con el Nessun dorma de Turandot y La furtiva lagrima de L'Elisir d'amore. Está tan trillada que no me gusta especialmente, pero bueno, forma parte de Rigoletto aunque sea la parte más floja (sin serlo) de esta obra maestra. Ya sabéis el mensaje: que la mujer es muy cambiante y ligera, muda de carácter y de pensamiento...



Kraus, Scotto, Bastianini, en Firenze, 1960. Un Kraus joven, excelso, aunque algo frío.

En 1998, un año antes de morir, a los 71 años, el Maestro la cantó en Madrid tal que así. Más entrega es imposible. Dio más de lo que tenía, como queriendo decir "aquí sigo, aún puedo cantar y os lo doy todo". Evidentemente los años no pasan en balde, y por ello el mérito y las ganas son mucho mayores aquí que en la grabación del 60.


El inevitable Pavarotti, que la cantaba allá donde iba. ¿Quién no se derrite ante su timbre dorado?