jueves, 23 de mayo de 2013

Luisa Miller (II). Luisa se despierta feliz en el día de su cumpleaños. Aires bucólicos verdianos.

La acción se desarrolla en el Tirol a principios del XVII

Ante la casa de los Miller en una soleada mañana primaveral, Laura (amiga de Luisa) y otros aldeanos dan los buenos días a Luisa, que es su cumpleaños.

Miller se muestra preocupado porque ha descubierto que su hija ama a un desconocido. Luisa le tranquiliza diciendo que Carlo (nombre ficticio de Rodolfo) la quiere sinceramente. Carlo aparece y lo confirma.

Comienza el acto con música suave, fresca, matinal, continuando con el coro. Le sigue una cavatina o aria de entrada, en este caso breve, donde Luisa expresa gozo y enamoramiento. Aparece el tenor, lo que da lugar a un dúo pero en público, es decir, acompañados por el coro y el resto de cantantes en escena, lo que significa que ya no es un dúo propiamente dicho.

Escuchar desde 7.30 hasta 19.40. Scotto en el papel principal y Domingo es el tenor, dirigiendo Milnes. Subtítulos en inglés.


Montse, que ha mostrado mucho cariño por este papel.

La Ricciarelli, una soprano de primera pero en su época. En 1989 no estaba ya para trotes. Mirad lo poco inspirada que estuvo aquella noche. Estas cosas pasan y no sólo a cantantes de menor relevancia.

15ª: Luisa Miller (1849). El germen de una nueva etapa verdiana.

Melodrama trágico en tres actos, con libretto de Salvatore Cammarano, basado en la tragedia Kabale und liebe (Intrigas y amor), escrita por Schiller en 1784.

Se estrenó en el Teatro San Carlo de Nápoles el 8 de diciembre de 1849.


Verdi y Giuseppina Strepponi, su fiel acompañante, regresaban de París tras pasar unos meses maravillosos, para instalarse en Busseto, el municipio natural del Maestro. Entre París y Busseto compuso esta magnífica ópera, que no sólo tiene atractivos puntuales sino que resulta más que interesante en su conjunto.

Se puede considerar una obra temprana aunque de transición hacia un nuevo periodo verdiano que empezará con Rigoletto dos años después. Luisa Miller no presenta notas patrióticas, políticas y revolucionarias como  la mayoría de las compuestas hasta la fecha, planteándose como una ópera de temática social o burguesa, quizá la primera del compositor.

Así, anuncia a la posterior Traviata en algunos fragmentos, especialmente el comienzo del Acto Tercero. Los personajes son auténticos, evolucionan psicológicamente y presentan una autonomía, actúan de manera más coherente e individual, y el tema amoroso predomina como nunca antes sucedía en las óperas de Verdi.

En cuanto a los aspectos estrictamente musicales, debemos percatarnos de que si bien en óperas anteriores los recitativos tenían la principal finalidad de aportar una mayor agilidad a la trama, concentrando en ellos la parte argumental, ahora en Luisa Miller presentan un alto valor musical, la música y el texto se muestran unidos e inseparables. Los recitativos, del mismo modo, se reducen y se difuminan en ocasiones con las escenas y arias, resultando un desarrollo musical y argumental más continuo, menos cerrado y delimitado.

El estreno y el resto de representaciones fueron acogidos en Nápoles con frialdad pero tampoco abucheos. Pudo deberse a la originalidad de la obra, las novedades que contenía, que el público no alcanzó a comprender. En Italia decayó en las décadas siguientes, si bien tuvo más éxito en Francia.

Empezamos, como no podía ser de otra manera, con la Obertura, que a diferencia de las de otras óperas verdianas desarrolla uno o dos temas, dando una importancia notable al clarinete.

Dirigida por James Levine, forma parte del DVD de la representación exitosa del MET en 1979 con un reparto estelar.