Alfredo y Violetta se han mudado a una gran casa de campo a las afueras de París. Alfredo está contento (y con-Violetta también), hasta que llega la sirvienta y le revela que Violetta está vendiendo sus joyas y demás bienes para poder seguir viviendo a lo grande. A Alfredo no le sienta demasiado bien, y se desahoga con una cabaletta, que no está mal pero comparando con otras tampoco aporta gran cosa. Alfredo, al lado de Violetta, es prácticamente un secundario.
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