sábado, 17 de agosto de 2013

I Vespri Siciliani (VIII). Monforte quiere recuperar a su hijo. Va de barítonos.

En una escena de lo más íntima, Monforte recuerda aquella joven siciliana a la que raptó, quien después le escribió una carta justo antes de morir comentándole que la dejó preñá, y ese hijo es precisamente Arrigo.  Está rodeado de lujos, sí, pero añora a su hijo y quiere recuperarlo (como Juncal aunque con algo más de sinceridad). Casualidad es que lea precisamente la carta en ese momento y no lo supiera antes.  Escena íntima, decía, porque se encuentra sólo en sus aposentos y aparece el lado más paternal de este en principio cruel y despótico personaje. Con esta aria, si el barítono es bueno, probablemente se haya ganado la popularidad del espectador. 

Monforte es otro de los grandes papeles de padre "alla verdiana", siguiendo la estela de Nabucco, Foscari o Rigoletto, con unas exigencias vocales similares y algunos sentimientos comunes, quizá complicados por lo contradictorios que pueden resultar, ¡y es que el romanticismo es eso! Monforte debe ser un caballero, no un simple tirano, con empaque, brillo, solera.





Sherrill Milnes, en uno de sus mejores roles, en el que se puede lucir a lo grande.


Zancanaro, a las ópdenes de Muti, también es referencia para Monforte, especialmente en el carácter autoritario que le imprime combinándolo con la vis paternal de manera prodigiosa.



Bruson, uno de los mejores fraseadores que ha dado la lírica italiana, no podía faltar en este selección.



De 1.09.15 a 1.19.00. Nucci, con subtítulos en español. Con sus virtudes y defectos, es una gozada escucharlo y verlo en teatro, es un oasis en medio del desierto operístico verdiano hoy.


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