lunes, 16 de septiembre de 2013

Un Ballo in Maschera (VI). En busca de la planta perdida. Aria de Amelia.

Con tal de aplacar su desesperación, Amelia se dirige esa misma noche al campo siguiendo al pie de la letra las instrucciones de Ulrica, en busca de esa mata sanadora (que mata y que sana al mismo tiempo). Pide misericordia, piedad, de un corazón débil y pobre (ya nos anuncia la próxima heroína verdiana, la Leonora de La Forza, que no hace otra cosa que pedir paz y misericordia).

Su aria desgarradora cautiva la fibra sensible incluso del oyente más gélido, por la intimidad del contexto, la gravedad del problema, el sufrimiento sincero de Amelia, y musicalmente ese final in crescendo hacia el agudo es apabullante, es todo un desahogo para la soprano, por lo que no necesitamos otra cosa que una soprano dramática con enorme potencia y caudal, capaz también de apianar y mostrarse lírica en determinados momentos, y por supuesto, con temperamento y clase, preferiblemente con un estilo mediterráneo. El Acto comienza con un Preludio que introduce al espectador en un panorama tenso.

De 51.25 a 1.00.40. Aprile Millo, aunque no sea italiana lo parece, con una Amelia majestuosa, enamorada, turbada, con unas medias voces y un fraseo impecables, de manual.



Leontyne Price, con una voz que no tiene price, es quizá la mejor Amelia de entre las grabadas. Su entrega vocal e interpretativa atrapa y enamora, puede generar tal adhesión que se consigue soslayar sus típicos defectos. Una fiera.

Maria Callas no queda atrás. La soprano greco-americana siempre ha mostrado afinidad con el papel, y nos descubre matices que otras pasan por alto.

La Montse en todo su esplendor, aunque no es tan dramática como sería deseable, o no le sale con tanta naturalidad.


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