domingo, 17 de marzo de 2013

7ª. Giovanna d'Arco (Juana de Arco). 1845

7ª ópera de Verdi y la 22ª del compositor en representaciones (Verdi tiene 28) según estadísticas de años recientes, Giovanna d'Arco fue estrenada en La Scala el 15 de febrero de 1845.

Cuenta con un libreto de Temistocle Solera (el mismo que elaboró el de Nabucco) basado en el drama "La doncella de Orleans" de Schiller.

El libreto de Solera es poco afortunado, ya que este autor no consigue más que enfocar la trama desde un modo patriótico para reforzar el Risorgimento cultural de la época, y se queda ahí, no profundiza.

Se dice que este hecho ha supuesto en cierta medida un lastre para esta ópera, porque musicalmente no tiene desperdicio, comparándola con otras de esta misma etapa.

Roger Alier explica también que la culpa fue además de Schiller, quien cambió significativamente la historia, suprimiendo el ajusticiamiento de Juana por los ingleses y haciéndola morir en el campo de batalla después de atribuirle un amor terreno que en principio le estaba prohibido. Iremos desmenuzándolo.

Verdi comienza esta ópera con una magnífica obertura, que anuncia la de I Vespri siciliani, la cual vendría 10 años después. El genio de Busseto no era partidario de componer oberturas largas sino plantear un breve preludio y pasar directamente a la acción. No obstante hay excepciones, y si al maestro le sale bien la obertura, como en este caso, bien que se agradece escucharla.

Los contrastes, los claroscuros están bien marcados en ella. Tras un atormentado arranque, la calma predomina entre el minuto 2 y el 5 para explotar de repente de manera descontrolada y ardiente, arrebatada como un caballo libre y victorioso, que sabe a Italia.
Las melodías se suceden sin descanso creando un bello conjunto. James Levine, a la batuta, realza más si cabe estos contrastes y estas virtudes.




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