domingo, 11 de agosto de 2013

20ª. I Vespri siciliani (1855). Francia e Italia. Soberbia Obertura

Drama en 5 actos, con libretto de Eugène Scribe y Charles Duveyrier, Las Vísperas Sicilianas fue estre estrenada en francés el 13 de junio de 1855 en la Opèra de París.

El libreto procede de otro escrito para Donizetti también por Scribe, Le Duc d'Albe (El Duque de Alba), en 1839, para el que se cambió su ubicación original de los Países Bajos por Silicia.

Como su apellido indica, a Scribe le entusiasmaba escribir librettos, aunque no exactamente en su madurez artística. Tenía una oficina de "negros", escritores de segundo nivel, entre ellos Duveyrier, que le componían cientos de librettos en los que aparecía la firma de Scribe y del "coautor", en este caso Duveyrier.

La génesis de I Vespri no fue un sendero de rosas. Verdi había firmado ya en 1852 un contrato con la Opèra y no le apetecía al año siguiente, una vez estrenadas Trovatore y Traviata, empezar con el proyecto. sobre todo porque debía adaptarse a las exigencias de la ópera francesa: 5 actos, un gran ballet, predominio, escenas espectaculares y pomposas...Una concepción muy diferente a la del melodrama italiano, sin ballet, donde el canto era un fin y no sólo el medio, y la emotividad prevalecía sobre la "grandeur" francesa.

Tras numerosas correcciones del libretto porque al Maestro no le convencía, y el abandono sin avisar de la prima donna, que se había fugado durante los ensayos literalmente sin dar explicaciones a la Costa Azul y se la buscó por toda Europa, se consiguió estrenar esta maravillosa ópera que hoy raramente se representa por la dificultad que supone su fastuoso montaje y la necesidad del ballet, aunque normalmente se suprime.

Por otro lado conviene señalar que la versión más extendida es la italiana de 5 actos y no la francesa (no tengo el gusto de conocerla), y no abundan las grabaciones discográficas. Una lástima, porque es poseedora de unas escenas y melodías prodigiosas. No hay que olvidar que es la última ópera verdiana de trama patriótica, aunque con un sabor distinto porque ya estamos en un periodo de madurez compositiva, en el que Verdi ya no estrenaba una o dos óperas al año, sino una cada dos o tres años, repensando y perfilando cada vez más sus obras.

Comienza con una gran obertura, de marcado carácter sinfónico, más rica y compleja en colores y sonoridades, que sintetiza algunos de los temas que se escuchan en la ópera: sobre todo el célebre y delicioso dúo entre Monforte (barítono, y padre) y Arrigo (tenor).


En 4.10, (el dúo de tenor y barítono del Acto III) es de lo mejorcico de Verdi. Me imagino un viejo velero pirata surcando los mares mediterráneos entre olas y calma, en un día soleado. Verdi recalca y mejora la melodía en 6.45, que con esas flautas me sugiere el chapoteo del agua. Esa melodía me acompaña continuamente, en cualquier momento puedo tararearla, siempre la llevo conmigo. ¿Color? Azul mar.

La melodía de 3.20, aquí más briosa con Muti.

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