martes, 4 de junio de 2013

Stiffelio (II). Stiffelio comienza a sospechar de su mujer.

9.00
La acción se desarrolla en Alemania, en el castillo de Stankar, a principios del XIX.

Acto I

En una sala del castillo, el viejo Jorg lee un libro sagrado (El Mesías de Klopstock) que se cierra con un candado. Al llegar Stiffelio con su esposa Lina, les desea que la felicidad del matrimonio no les distraiga de sus deberes religiosos.

Todos están contentos del regreso de Stiffelio tras un viaje de evangelización, pero éste se muestra algo confuso por lo que le acababa de contar el barquero Valter, quien ha visto lanzarse al agua desde una ventana del castillo a un hombre que hablaba con una mujer que parecía muy nerviosa. No lo reconoció, pero en su huida se deja unos papeles, que Stiffelio quema sin mirarlos. Raffaele y Lina respiran aliviados, porque son los protagonistas de este suceso.

Raffaele, que quiere seguir con esta relación adúltera, le dice a Lina que le dejará un papel dentro del libro que leía Jorg con la hora y el lugar donde se volverán a ver (como en Don Pasquale, pero ésta vez en serio), ya que Lina tiene una llave para abrir ese libro. Stankar, padre de Lina, vigila la conversación, convencido de que Raffaele está deshonrando a su hija. Varios amigos llegan para festejar la llegada de Stiffelio.

Cuando el matrimonio se queda solo, Stiffelio tiene la sensación de que Lina le rehuye, pero ella lo niega. Recuerdan los momentos felices en que se conocieron y lamentan en que a veces tienen que estar separados (me recuerda a Otello). Él dice que a lo largo de su viaje ha encontrado muchas mujeres sin pudor. Lina tiembla, pero Stiffelio le abraza alabando su fidelidad (aún no se ha enterado de nada). De repente ve que no tiene en su mano el anillo de casada, y le pregunta por él. Lina no sabe dónde está, y Stiffelio coge un cabreo de mucho cuidado (Ah v'appare in fronte scritto, una enérgica cabaletta), interrumpido de nuevo por sus pesados amigos.


Stiffelio, pastor protestante que debe comportarse con moderación y prudencia, es un caso a parte en los tenores verdianos. Recita más de lo hasta entonces normal, alejándose del ideal belcantista. Participa más en conjunto que en partes solistas, ya que no tiene un aria propiamente dicha. Tiene momentos de ira descontrolada, pero normalmente se muestra reflexivo, como religioso que es.

Carreras recuperó, además de Plácido y otros tenores aunque no muchos, esta extraña ópera, grabándola en CD primero y representándola después. Aquí en una producción del Covent Garden de Londres, en 1993, con un Carreras ya madurito, que a veces le cuesta, aunque no ha perdido su musicalidad y carisma de siempre.

Escuchar desde 9.00 hasta 28.45.





No hay comentarios:

Publicar un comentario